miércoles, 25 de septiembre de 2013

Rehabilitación de las antiguas fábricas del Vapor Gran



En un artículo anterior, http://passatindustrial.blogspot.com.es/2011/12/vapor-gran-terrassa-2002.html  mostraba unas fotografías tomadas durante el proceso de demolición de la fábrica Roca i Pous, en la actual ubicación de la plaça Nova, en el conjunto urbanístico conocido como Vapor Gran.
En este artículo muestro una serie de fotografías realizas a los antiguos edificios industriales del conjunto que han sido rehabilitados.
El Vapor Gran ocupa una superficie de 39.400 metros cuadrados en el centro de Terrassa. Las antiguas naves conservadas de la fábrica albergan locales comerciales y oficinas, mientras que los edificios enteramente de nueva construcción están destinados a uso residencial, comercial y hotelero.

En un article anterior, http://passatindustrial.blogspot.com.es/2011/12/vapor-gran-terrassa-2002.html) mostrava unes fotografies preses durant el procés de demolició de la fàbrica Roca i Pous, en l'actual ubicació de la plaça Nova, en el conjunt urbanístic conegut com a Vapor Gran.

En aquest article mostro una sèrie de fotografies realitzes als antics edificis industrials del conjunt que han estat rehabilitats.
El Vapor Gran ocupa una superfície de 39.400 metres quadrats en el centre de Terrassa. Les antigues naus conservades de la fàbrica alberguen locals comercials i oficines, mentre que els edificis enterament de nova construcció estan destinats a ús residencial, comercial i hoteler.

domingo, 26 de mayo de 2013

Exposición y conferencia "Residus Industrials"


Desde el 27 de mayo y hasta el 15 de junio, Fotoclub Terrassa exhibe en el Centre Cultural de Terrassa (Rambla de Egara, 340) una selección de fotografías de Frank Gómez que forman parte del proyecto Passat Industrial, bajo el título "Residus Industrials".
La Fàbrica Nova de Manresa, Tintorería Lanera y la AEG en Terrassa, Poble Nou... Son fotografías de espacios industriales abandonados, hoy día desaparecidos en la mayoría de los casos, algunos de ellos rehabilitados, otros esperando un mejor momento para reemprender la rehabilitación. 
Esta selección está formada por fotografías en blanco y negro tomadas entre 1999 y 2005, la mayoría registradas con película y positivos 100% fotoquímicos y otras fruto del tratamiento digital de los negativos.
El sábado 1 de junio, en la sede de Fotoclub Terrassa (Centre Cultural, Rambla d'Egara, 340, 2º) tendrá lugar la inauguración de la exposición y una conferencia donde se  visualizarán y comentarán las distintas fases de desarrollo que lleva el proyecto Passat Industrial.

Des del 27 de maig i fins al 15 de juny, Fotoclub Terrassa exhibeix en el Centre Cultural de Terrassa (Rambla d'Egara, 340) una selecció de fotografies de Frank Gómez que formen part del projecte Passat Industrial, sota el títol "Residus Industrials".
La Fàbrica Nova de Manresa, Tintoreria Lanera i la AEG a Terrassa, Poble Nou... Són fotografies d'espais industrials abandonats, avui dia desapareguts en la majoria dels casos, alguns d'ells rehabilitats, uns altres esperant un millor moment per reprendre la rehabilitació. 
Aquesta selecció està formada per fotografies en blanc i negre preses entre 1999 i 2005, la majoria registrades amb pel·lícula i positius 100% fotoquímics i unes altres fruit del tractament digital dels negatius.
El dissabte 1 de juny, a la seu de Fotoclub Terrassa (Centre Cultural, Rambla d'Egara, 340, 2n) tindrà lloc la inauguració de l'exposició i una conferència on es projectaran i comenteran les diferents fases de desenvolupament que porta el projecte Passat Industrial.


miércoles, 3 de abril de 2013

Curs de Fotografia nivell 2: Composició

 

martes, 19 de marzo de 2013

Taller de revelado y procesado RAW con Adobe Camera RAW

jueves, 14 de marzo de 2013

De afición, urbexer: explorador urbano.




Seguramente muchos os preguntareis que es eso de explorador urbano. ¿Acaso no somos la gran mayoría por nuestra condición de urbanitas exploradores urbanos?
Urbex, o urban exploration (exploración urbana) es una actividad que tiene como objetivo la investigación y documentación de los espacios creados por el hombre que en la actualidad están en desuso. En cierto modo, es una actividad que comparte aquella pasión romántica de los exploradores del siglo XIX que encontraban entre la arena del desierto ciudades perdidas talladas en la piedra, pirámides engullidas por la jungla o templos envueltos en raíces de árboles centenarios. Los temas han cambiado, haciéndose acordes con los tiempos: fábricas, mansiones, hospitales, instalaciones militares, viviendas... pero la magia del descubrimiento, de ser testigos de algo que inevitablemente sucumbirá al paso del tiempo (y desgraciadamente también al paso del hombre) es la misma que la que seguramente experimento David Roberts al visitar Petra en 1839.
En mi caso, el tema recurrente de mis exploraciones y de rebote de gran parte de mis fotografías, son los entornos industriales. Nací y me crié en una ciudad postindustrial, repleta de viejas fábricas textiles, y era habitual, a la salida del colegio, entrar en alguna de ellas y jugar a los exploradores.
Hay una extraña poesía en esos lugares abandonados tras la actividad humana. Lugares que han visto el esfuerzo y sufrimiento de los trabajadores, lugares repletos de vida, templos del cambio de paradigma que supuso la Revolución Industrial, con todas sus consecuencias negativas y positivas. Hoy en día vacíos, solitarios, silenciosos, desordenados, sucios. Pese a todo, la belleza se muestra a quien esta dispuesto a buscarla. La belleza es omnipresente en el universo; siempre está presente, aunque se camufle. Hay belleza en la caótica ordenación de una pila de hierros, en la azarosa caligrafía arabesca de unos desconchones en la pintura de una pared, la explosión de color de restos de colorantes esparcidos por el suelo, los bodegones y "manufacturas muertas" a base de maquinarias diversas, la belleza de la arquitectura del ladrillo y el hierro colado...
El deleite estético al descubrir un rincón mágico convive con una extraña meditación al verlo a través del visor de la cámara. El silencio, la soledad, la concentración en la toma, produce una extraña sensación de tranquilidad y seguridad, pese a que en ningún momento se baja la alerta, ya que no siempre los que acceden a esos lugares van con intenciones tan pacificas.
No es una actividad exenta de riesgos, todo lo contrario. Es preciso anteponer la seguridad a la exploración o a la obtención de una foto. Es preciso ir convenientemente vestido, protegiéndose de posibles cortes, con calzado adherente y resistente, con guantes y mascarilla para protegerse de productos tóxicos desconocidos, o del amianto liberado de viejos tejados de uralita.
Hay que ir con cuatro ojos: uno mirando adelante, otro arriba, otro abajo y otro en la foto que se va a hacer. Por eso es preciso ir como mínimo dos personas, para comprobar el estado de suelos y techos y poder socorrer al compañero si ocurriera algún accidente.
Los exploradores urbanos tenemos una serie de normas de riguroso cumplimiento:
Nunca entraremos a un lugar forzando un acceso. Solamente lo haremos si hay una puerta o ventana abierta, o un boquete en una pared.
No alteramos los elementos que encontramos a nuestro paso, mucho menos los romperemos, los llenaremos de pintadas o nos los llevaremos. La idea es estar en el lugar pero dejarlo en el mismo estado que se encontró.
No se divulgan las localizaciones para preservarlas, en la medida de lo posible, de la acción de personas malintencionadas que destrozan ese patrimonio. Es precisamente ese tipo de gente, la que disfruta rompiendo cristales, paredes y pintando grafitis, y los que por necesidad o negocio buscan chatarra, los que han hecho que se extienda la idea de que cualquiera que entra en un lugar abandonado va con esas intenciones malsanas.
También circula la idea de que nuestro deseo es que todo el mundo estuviera repleto de edificios en ruinas para poder tener tema de exploración. Nada más lejos de la realidad. Al menos mi deseo es ver muchos de los edificios abandonados rehabilitados, convertidos en espacios culturales, de producción o residenciales, ver como vuelven a la vida o son útiles, y no ver como poco a poco la dejadez del hombre los relega a la rápida destrucción y ruina. Por si ese momento no llega, la mejor forma de hacer que sobreviva al olvido un lugar es documentarlo fotográficamente.
Vivimos en una sociedad de consumo, y los edificios, como otro fruto más de la actividad humana, es victima de la obsolescencia, del usar y tirar, de la generación de residuos y del nulo o ineficaz reciclaje. La fábrica abandonada es en si misma un residuo industrial.
Espero que con este artículo los que sentís curiosidad por conocer las motivaciones que llevaron a la realización de estas fotografías tengáis algunas pistas para su interpretación.